El nebuloso presente de los conciertos de rock en Chile

Jessica Brito guarda en su billetera cuatro entradas a conciertos hasta una fecha todavía incierta. Alfredo Pérez lamenta la inminente cancelación de varios festivales europeos en los que tocaría con algunas de las bandas que lidera. Jorge “Chargola” Hurtado resiente el desplome de un puñado de eventos internacionales que producía y, aunque su trabajo principal es otro, también ha padecido la crisis económica que, en su caso, comenzó tras el estallido social del 18 de octubre.

Todo partió el 3 de marzo, cuando se reportaba el primer contagio de covid-19 de un connacional y lo que hace unos meses era una amenaza un tanto exótica se transformó en una emergencia real que ya suma sobre las 11 mil víctimas fatales. De ahí en adelante sobrevino el descalabro en distintos frentes y entre los más castigados figura la industria de los espectáculos musicales, por su carácter masivo e imposibilidad de regular el estrecho contacto entre el público.

Jorge “Chargola” Hurtado lo sabe bien. Productor de incontables eventos y entusiasta de la escena local desde adolescente vio caer giras y conciertos como los de I Am Morbid, Kamelot y Sonata Artica, tanto en Santiago como en otras ciudades. Su empresa personal también sufrió una merma respecto a sus índices acostumbrados, pero empuje no le falta y a sus emprendimientos ha sumado la venta de mascarillas, papas, “haciendo cualquier cosa, que caigan unas lucas para poder sostenerse mientras tanto y pasar este gran vendaval”. 

Sobre el alicaído movimiento criollo su respuesta es categórica. “El coronavirus definitivamente lo mató”, sentencia Chargola. Esto debido a la reducción del máximo de asistentes a 500 personas, luego a 50 y, como corolario, la restricción del derecho a reunión debido a la declaración nacional de estado de catástrofe. “No había ya nada que hacer, dejar que la industria cayera no más, porque ha sido bastante golpeada por todos lados”, expresa.

Jessica, enfermera de profesión, admite el alto nivel de estrés experimentado por los trabajadores de la salud, abocados casi por completo al tratamiento de la nueva enfermedad, pero ahora sin la válvula de escape que representaban los periódicos conciertos a los que asistía. Sus próximas fechas eran Opeth, Metallica, Soen y Riverside. Las dos últimas bandas nunca las ha visto en vivo. “Soy una melómana cien por ciento. La música es mi transporte a otra dimensión”, revela con cierta nostalgia.

Alfredo Pérez tiene una doble militancia. Trabaja en el Instituto Médico Legal e integra varias bandas obligadas a alterar sus planes de grabación y actuaciones en vivo. Entre ellas, Concatenatus, Sol Sistere y The Ancient Doom. Como espectador regular se resignó a la recalendarización de las presentaciones de Dead Can Dance, Emperor y Kiss y los festivales alemanes a los que concurriría en sus vacaciones ya fueron pospuestos para 2021. “Como veo las cosas actualmente y como las está manejando nuestro gobierno veo bastante difícil que de aquí a octubre o noviembre se puedan llevar a cabo eventos. La situación es complicadísima”, asevera. 

Streaming y Conciertos

Si bien no aventura una fecha, Chargola Hurtado estima que en octubre o noviembre podrían gestarse los primeros eventos presenciales post pandemia. Antes de aquello trabaja en la producción de un show vía streaming transmitido desde un estudio bajo todas las medidas de seguridad pertinentes, el próximo 1 de agosto junto a las veteranos Slavery y Warpath. Será una apuesta ya probada en Chile en otros géneros musicales y shows de comedia.

La intención es reproducir, si aquello es posible, el frenesí que supone un recital. “Llevarle a la gente el concierto a su casa, que lo vea desde su pieza, de su comedor, de su laptop, de su compu, de su televisión, de su celular, de donde quiera, y que lo pueda disfrutar e intentar que se logre una cercanía entre el artista. Ahí tenemos varias ideas para generar esa interacción”, anticipa.

Respecto a los conciertos en su formato tradicional, sudor, empellones y clamor incluidos, tanto Jessica como Alfredo prevén que es muy poco probable que retornen este año. “La curva cada día crece mal por culpa de autoridades que dan informaciones equívocas a la población, trasmitiendo sensación de seguridad”, denuncia la enfermera. “El invierno trae otras enfermedades, como el virus sincicial y la influenza, que aumentan la ocupación de ventiladores”. Además, “los profesionales de la salud también están enfermando y no habrá gente capacitada que los maneje”.

Alfredo coincide. “Es bastante difícil que, pese a que una producción tome todas las medidas adecuadas para un evento, no termine gente saltándose los protocolos y autocuidado. La gente en general es porfiada, especialmente en este tipo de eventos donde las distancias sociales se van a la cresta cuando hay consumo de alcohol y otras sustancias. No es posible evitar contacto cercano con otras personas en un evento de rock/metal”, concluye.

Sin embargo, Chargola es optimista. A pesar de las exigentes medidas sanitarias que deberán adoptarse asegura que la posibilidad de retomar estos espectáculos es absoluta. “Si la gente quiere salir, quiere divertirse, el concierto en vivo hace rememorar muchas cosas. Entonces, claramente hay que tomar los resguardos sanitarios, es súper importante la salud de las personas. Lo más importante son las personas, el público, los artistas, el staff, los guardias, todos. Los ríos de agua viva que les llaman en la iglesia”.

No obstante, admite que esto no aplicaría a eventos multitudinarios. “Ahí tendría que ser igual que los autocines o esos conciertos con mascarilla, con distancia social, pero la verdad lo veo bastante fome (aburrido), pero si hay que hacerlo así, habrá que hacerlo. No hay mucho más que hacer ahí”.

“Tendremos que replantear el cómo retornar a los eventos en vivo como sociedad”, dice Alfredo. “Quizás no podremos estar tranquilos yendo a un evento hasta cuando no salga una vacuna para este virus, ya que en una aglomeración es más que factible infectarse al estar cerca de un portador. Probablemente tendremos que usar mascarillas incluso cuando ya el virus esté erradicado, debido a que nadie te asegurará que el chascón que está a tu lado no anda portando algún covid rezagado”.

En cualquier caso, agrega, esto no debería ocurrir hasta que el brote esté controlado y se alcancen tasas como las de Nueva Zelanda, situación bastante lejana en el estadio actual de la pandemia en Chile.