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Colombia, el lento despertar de la eterna patria boba

Hace dos meses Colombia pareció vivir un despertar revolucionario que venía del sur desde Chile, pasando por Bolivia, Perú y Ecuador, como parte de este proceso cientos de miles de colombianos salimos a las calles a marchar para pedir que tuvieran compasión de nuestros aporreados bolsillos y que no nos clavaran otra reforma tributaria más que se sumaba a las que tanto Santos como Uribe nos habían endilgado siguiendo al pie de la letra el discurso neoliberal de empobrecer la economía de la clase trabajadora para poder afianzar el estatus de los dueños de los medios de producción.

Sin embargo la marcha y los gritos de los ciudadanos no fueron escuchados por el presidente Duque, que, ni corto ni perezoso convocó al legislativo a sesiones extraordinarias donde un mes después a las, cinco de la mañana, este, muy diligente, como no lo fue con otros proyectos de ley, aprobó sin chistar la llamada por el gobierno “Ley de crecimiento” que tenía beneficios como el de los 3 dias sin IVA o la devolución del IVA para estratos bajos, unos estímulos que al final resultan más insípidos que los dulces chimbos que el presidente le dió a los niños del Chocó en su visita reciente.

Lo anterior lo expongo con la intención de dar un contexto a los últimos acontecimientos relacionados con esta “primavera latinoamericana” que se dió a finales del año anterior y como este movimiento social se presentó en Colombia por un corto lapso de un mes desde el 21 de noviembre hasta el 18 de diciembre. 

La historia de la revolución en Colombia no es nueva y está íntimamente asociada con una historia de violencia que parece no terminar desde hace más de 400 años con la rebelión de San Basilio de Palenque (1691) pasando la revolución comunera (1781), que fue la chispa de la independencia, nuestro país ha vivido ciclos de violencia que se inician por políticas estatales que afectan considerablemente los gastos de la clase obrera de ahí que hubiesen surgido movimientos como el de los comuneros, las guerrillas liberales o el M-19 por citar algunos de los más representativos movimientos revolucionarios que se han dado en el país.

Sin embargo esta violencia que se genera luego de los brotes de revolución social, termina afectando gravemente a la población rural y los estratos bajos a nivel urbano como ocurrió en la época de la violencia partidista o recientemente con la infausta historia de los falsos positivos y los grupos de limpieza social.

La rebelión suena a palenque

Ya con esto me permito hacer un recorrido por la música colombiana que refleja esa íntima relación de revolución y violencia en el país, como cité en el anterior párrafo una de las revoluciones memorables es la de San Basilio de Palenque, denominado el primer pueblo libre de América colonial y refugio de esclavos hasta la abolición de la esclavitud en Colombia (1851). 

La historia de este levantamiento de cimarrones (esclavos rebeldes) dirigidos por Benkos Bioho se resume en la conocida composición del “Centurión de la noche”  quien luego de componer esta cadenciosa salsa en 1978 la cedió a Joe Urquijo quien la grabó con el nombre del “Mulato” ocho años después, discos fuentes publicaría la versión del Joe conocida por todos de “La Rebelión” o más conocida como “No le pegue a la negra” por su estribillo, en esta composición que lanzaría a la fama al cantautor Cartagenero. Les dejo el enlace al podcast de radio nacional donde se cuenta la historia de la canción “La rebelión” de Joe Arroyo.

 

En “La rebelión”, la salsa se combina con ritmos africanos para darle un mayor sentido de arraigo a una canción netamente negra, que cuenta justamente “un pedacito de la historia negra” y de paso celebra el triunfo de la resistencia frente a la opresión.

Contradanza contra... la tiranía

Quien haya visto la televisión a finales de los 80s recordará la melodía de una canción que fue el tema principal de una novela ambientada en la época de la independencia llamada “Las Ibañez”, la composici de que les hablo, está en ritmo de contradanza se intitula “la Vencedora”. 

Esta contradanza de autor Anónimo (en el colegio siempre pensé que había un señor de nombre Anónimo que era un prolífico compositor) fue la música que acompañó a los ejércitos libertadores en campaña y según Wikipedia “fue interpretada por la banda marcial dirigida por el alférez José María Cancino en el campo donde se ejecutó la batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819”.

Realmente no hay mucho que decir, salvo: ¡Sorpresa, la campaña libertadora tuvo banda sonora!.

El rock es el género revolucionario por antonomasia porque las revueltas y revoluciones se gestan entre los jóvenes

El amargo recuerdo de una patria boba que no acaba

Si hay una canción que recuerde cómo las diferencias ideológicas han hecho que el país se envuelva en una guerra que parece no tener fin es el bambuco “¿A quién engañas abuelo?” del compositor santandereano con corazón llanero Arnulfo Briceño, que tiene entre sus composiciones la también famosa, “Ay mi llanura”.

Siendo niño, escuchaba esta canción, en el viejo equipo de sonido marca Challenger que estaba en la sala de la casa de mi abuelita, y cuando sonaban sus primeros versos:

“¿A quién engañas abuelo?
yo se que tu estas llorando
‘ende que taita y que mama
arriba tan descansando”

De una forma muy ingenua me imaginaba que los padres del pequeño dormían en el segundo piso, sin embargo no es normal que una casa campesina, tuviera dos pisos; luego de un tiempo entendí que la frase de “en el cerro hay dos cruces que te lo están recordando” no se refería a monumentos con forma de cruz, como pensé en un principio sino que se refería a dos tumbas.

Este bambuco encierra todo el sentimiento de la población campesina víctima del conflicto, el desplazamiento, el miedo, la muerte, todo eso lo encapsulado como una hermosa poesía, que con mucha sutileza explica, que desde la época de la violencia partidista, pocas cosas han cambiado pasado el tiempo, los colombianos nos seguimos matando solo por pensar diferente.

Es muy desesperanzador pensar en ocasiones que la historia de esta canción se repite y se repite año tras año en alguna casa de alguna familia de colombia que tiene que se vuelve parte de esa triste cuenta de muertos de esta guerra interminable.

Una protesta pacífica con estilo “jipi”

En mi familia hay una historia anecdótica sobre la más famosa composición del cantautor piedecuestano Pablus Gallinazus, la resumo ahora con los primeros versos de esta canción “belos añao ambe pielta sei la pelta hombe itaaal” (es una anecdota familiar, no tiene que ser graciosa para usted querido amigo lector o amiga lectora) no es muy claro es verdad pero “Una flor para mascar”, canción a la que me refiero en este párrafo empieza así:

El reloj se ha dañado
pero el hambre despierta
son las seis y en la puerta
se oye un hombre gritar
Vendo leche sin agua
Vendo miel vendo pan
Y dinero no hay

 

Y con esta sencilla introducción procedo a hablar un poco de la “canción protesta” y el músico que se identifica con este género en Colombia, Pablus Gallinazus tiene en su haberes otras composiciones muy revoltosas como “mi País” una descripción de la vida diaria en colombia, “Mula revolucionaria” una historia un poco romántica sobre el trasegar de la guerilla, pero es “Una flor para mascar” la que define con mucha ironia mejor la idea de la revolución al estilo “jipi”.

Por eso salgo siempre a caminar
En busca de una flor para mascar
Pensando que a la vuelta de la tarde
El trabajo con que sueño ya es verdad

 

La resistencia no violenta nace del campo

Hay otro bambuco que con su paradójico aire de merengue fiestero sigue siendo un testimonio de esta violencia de finales de siglo, les hablo ahora de “El campesino embejucao”, el compositor Carlos Humberto Gómez Gómez escribió este bambuco en 2001 y lo adaptó como un vallenato ocho años después. 

Desde la perspectiva de esta composición la rebelión no es del pueblo contra el gobierno como ocurrió con las guerrillas liberales del llano con las FARC en marquetalia, la revolución aquí es de los campesinos en contra de las fuerzas armadas que hacen parte del conflicto, llámense estas, guerrilla, paramilitares o agentes del estado.

“Me tienen arrecho con tanta juepuerca preguntadera
Que que color tiene mi bandera que si yo soy godo o soy liberal
Me tienen berraco con tanta juepuerca averiguadera
Que si soy eleno que pelo si quiera, apoyo a las AUC o soy de las FARC
Me tienen mamao con tanta juepuerca interrogadera
Que si yo a la tropa le abro las cercas y les doy el agua de mi manantial
Que si soy comunista, de ANAPO, de la izquierda, o de la derecha
Que si imperialista,que joda arrecha resulta querer vivir uno en paz
Yo soy campesino trabajador, pobre, muy honra'o
Vivía muy alegre pero me tienen embejucao”

La letra es clara, el ciudadano de a pie no le importa ser de izquierda o de derecha y mucho menos si está tratando de tener una vida normal entre balas que cruzan por su cabeza, el ciudadano de a pie quiere trabajar para tener el sustento, para mantenerse y mantener sus hijos, el ciudadano normal solo quiere poder tener dinero suficiente para poder pagar el arriendo, los servicios y el mercado para poder seguir en la carrera del día a día y tener un mes más para trabajar.

No hay tiempo para sueños, solo para trabajar, y si eso debería ser suficiente para que los guerrillos, a los paracos y a los soldados, dejen en paz a quien todos los días vive de trabajar la tierra para sustentar a un país.

El rock alerta sobre la guerra sucia

Cada brote de revolución en Colombia viene seguido de un proceso de paz y una posterior exterminación sistemática, ocurrió en el San Basilio de Palenque con Benkos Bioho quien fue arrestado ahorcado y mutilado violando así el tratado de paz de los cimarrones con el Rey de España, ocurrió con Guadalupe Salcedo (bandolero perteneciente a las guerrillas liberales), quien fue asesinado en Bogotá luego de la amnistía dada por el presidente Rojas Pinilla, ocurrió Pizarro León Gómez luego del proceso de paz de Gaviria con el EME.

Lo que tienen en común estos magnicidios es el silente beneplácito del estado cuando en los dos primeros casos las muertes son una violación clara a unos acuerdos y en el tercero es un crimen cuyos responsables no han sido encontrados.

Aunque no son solo contradictores político quienes son eliminados, también los grupos de desarraigados y olvidados han sido exterminados sistemáticamente por grupos al margen de la ley como los llamados grupos de limpieza social que son conformados por antiguos agentes del estado, o como los casos recientes de “falsos positivos” o la muerte de los líderes sociales que se cuentan por cientos en los últimos dos años.

La historia de la revolución en Colombia no es nueva y está íntimamente asociada con una historia de violencia que parece no terminar

Esta historia de miedo y muerte se narra en menos de dos minutos, en este himno del punk de los noventas que hace parte de uno de los mejores, por no decir el mejor disco de rock de la historia de Colombia, les hablo de “Pilas”, canción del álbum “El Dorado” del grupo Aterciopelados.

“En la horas de la noche
En un negro coche
Todos saben a que vienen
Que intenciones tienen
Vienen los que hacen justicia
Vienen con las manos sucias

¡Pilas!, ¡pilas!
Gritan los ñeros
No se le haga raro que mañana no amanezcan
El paisa y la Karen ya nunca se vieron”

La letra es clara cuando establece la paradoja de hacer justicia con manos sucias, algo totalmente contradictorio pero que en nuestro país sucede con una desafortunada frecuencia, los violentos suponen que eliminar al otro por ser diferente es lo justo y lo necesario para estar en paz, pero en cientos de  años de repetir la misma historia no hemos aprendido que esa no es la respuesta.

Es el rock el género revolucionario por antonomasia porque las revueltas y revoluciones se gestan entre los jóvenes y en general los jóves "escuchan rock". Quienes recuerden el movimiento de la séptima papeleta que culminó con el cambio de la constitución del 85 por la del 91, sabrán que este movimiento se gestó en las universidades, la juventud y su música son revolución, tal vez por eso Puerto Rico logró tumbar un gobernador a punta de reggaeton. 

La importancia de la música, como expresión artística, se da en que tiene el poder de avivar sentimientos

Hay también otras canciones de rock colombiano que muestra la huella la guerra en Colombia, una guerra de clases sociales, en uno de los países más desiguales del mundo y con mayores casos de corrupción, y una guerra de balas que nos recuerda canciones como “Soldado mutilado” de La Pestilencia, “Sangre en mis manos” de Masacre, “Lo que ustedes se merecen” de I.R.A. son canciones que muestran la triste realidad de la guerra y contrastan con otros temas llenos de esperanza como “La tierra” de Ekhymosis, “Exigimos” de Doctor Krápula, unas cuantas de Odio a Botero, “Su madre patria” de Edson Velandia y “Ciegos corazones” de telebit (una composición dedicada a Jaime Garzón). 

Un gran compendio de canciones del rock nacional que permite ver que la voz joven siempre será una voz de protesta y denuncia.

Falsos positivos, la historia los “mil y un” montajes

El rap es un género que se asocia con las clases bajas, por lo que muchas veces se le quita valor como expresión artística, sin embargo el Hip Hop es una cultura con características bien definidas en sus cuatro elementos (Dj, maestro de ceremonias, break dancers y grafitti).

En Colombia el rap ha sido bastante conservador, teniendo en cuenta que sus líricas que hablan de lo difícil que es la vida en los barrios pobres de las grandes ciudades del país como Medellín o Bogotá y se aleja de la tendencia contemporánea de cpnvertor todo en trap y reggaeton. 

Una de las agrupaciones más reconocidas, por no decir que la más importante por su trayectoria es la Etnnia, y en 2011 incluyeron en su álbum “La voz de la calle” la canción “Falso positivo”, que habla describe un caso de un muchacho que muere por una bala perdida de un policía, en medio de un atraco y es hecho pasar por un delincuente, para justificar su muerte. 

El estribillo y los versos finales recuerdan que el que describe la canción no es un caso aislado y que como todos nos hemos enterado en noticias pareciera hacer parte de una práctica generalizada de las fuerzas del estado.

 

"es el caso del homicidio del parcero
que cayó muerto de un balazo certero
que crueldad, sólo reina la impunidad
es un caso, de un funesta realidad

(...)

falso positivo es lo que describo
es un homicidio estatal y policivo" 

Revolución por la vida

Un caso reciente de movimientos populare se dio en 2017 con los habitantes de Cajamarca Tolima cuando la multinacional Anglo Gold Ashanti encontró uno de los yacimientos de oro más grandes del mundo en la mina la Colosa.

A pesar de que tener un yacimiento de oro tan grande la población, temiendo por perder su riqueza natural, se movilizó para hacer un consulta popular que impidiera continuar con la exploración minera en la región, el resultado, el pueblo ganó la consulta y la multinacional retiró sus operaciones de la región.

Toda esta bella historia de resistencia fue recopilada por Systema Solar en su canción “Somos la tierra”, valga decir que este colectivo musical se ha caracterizado no solo por su flow sandunguero sino también por componer canciones que son cantos de resistencia, como “Indio guerrero”, “Tumbamurallas”, “Pa’ Sembrar”. 

Las protestas vuelven a la calle, pero no conservaron la misma fuerza que tenían en el inicio, pero este brote novembrino nos da la esperanza del despertar, de qué tal vez lo que no se logró en las calles (a pesar de ponerle las cosas un poco difíciles al gobierno) se logrará en las urnas, en las próximas elecciones, ya que los pasados comicios de octubre de 2019 lograron demostrar que el voto de opinión está cobrando fuerza en Colombia y eso nos da la esperanza de que el cambio se acerca a si un país que puede llegar a tener una verdadera unidad dándole fuerza y poder al pueblo.

La importancia de la música , como expresión artística, se da en la medida que tiene el poder de avivar sensaciones, transportarnos entre recuerdos, funciona como fuerza  impulsora para animar la protesta o como memoria indeleble que se transmite entre generaciones narrando historias que nos recuerdan las luchas por las que han pasado nuestros ancestros.

 

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