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Salsa y resistencia

Después del asesinato de George Floyd y de Anderson Arboleda, ambos pertenecientes a la comunidad afro y asesinados por exceso de fuerza en procedimientos de la policía, me dirigí a mi colección musical, pero instintivamente no comencé por el rock, el hip hop o  el punk, géneros en donde la resistencia al poder y a la brutalidad policiaca es fácilmente identificable. No, me dirigí a mis viejos acetatos de salsa y empecé a escuchar algunas de sus canciones.  Y es así como empiezo a escribir esta breve reseña musical, por mis viejos acetatos de salsa.

Es fácil encontrar en la lírica de la música afro caribeña, y me voy a referir específicamente a la salsa, temas referidos al amor, al goce de la música y el baile. Sin embargo, existen temas de contenido crítico sobre la sociedad, la política, la desigualdad, la exclusión, el racismo y la injusticia. Es pertinente observar que las canciones de un género popular como la Salsa, no gozan de un rigor histórico de corte académico, pero si narran sucesos y temas que continuamente son vividos en la cotidianidad de cualquier latinoamericano. Sin embargo, resulta un ejercicio muy interesante realizar una breve reconstrucción general del pasado del indígena y el afrodescendiente, de las expresiones populares y la narrativa histórica llevada en la música y su tránsito en nuestra cultura.

Esclavitud, segregación, racismo y exclusión son ingredientes fundamentales que acompañan la historia de los indígenas y afrodescendientes en el Caribe. El sistema de explotación económica basado en las haciendas y en las plantaciones  esclavistas constituyó la base de la identidad cultural caribeña. Algunas letras y composiciones de la salsa, resaltan la importancia de la conciencia de la raíz y la herencia africana. En la canción “Babaíla”, de Pete “El Conde” Rodríguez, se cuenta la historia de un niño africano que fue raptado de su tierra original, robado de sus padres y lazos ancestrales por el comercio negrero, y llegado a América fue condenado a trabajar como esclavo:

Babaíla fue vendido en mercado de esclavos
Lo separaron de sus padres
en una hacienda muy lejana…
Al destino de aquel niño africano
en el área antillana…

Lo separaron de su padre,
lo separaron de su madre
En una hacienda muy lejana el criado fue
con grillete en el pie, con grillete en el pie.
Parte de su orgullo perdió por el precio pagado.
Nunca busca por su mente de algún día ser liberado.

También se puede citar a Rubén Blades y Willie Colón, en su canción “Plantación adentro”, que habla del trato denigrante a los indígenas en las plantaciones (puede ser de algodón, caña de azúcar, plátano) de cualquier lugar del Caribe latinoamericano:

Es el año 1745
En América Latina
El indio trabaja en las plantaciones
Bajo el palo implacable del mayoral

Sombras son la gente
A la la la la la la la
Sombras son la gente
A la la la la la la la
Plantación adentro camará
Es donde se sabe la verdad
Es donde se aprende la verdad

Dentro del follaje
Y de la espesura
Donde todo viaje
Lleva la amargura
Es donde se sabe camará
Es donde se aprende la verdad

Camilo Manrique falleció
Por golpes que daba el mayoral
Y fue sepultado sin llorar, un indio, atrápalo
Una cruz de palo y nada más

 

Así mismo, en la canción “Queja africana”, de Israel López “Cachao”, se narra la historia de un esclavo que trae del África su fé religiosa (simbolizada en los caracoles) y su herencia musical. Aquí es fundamental resaltar el carácter del mestizaje cultural y el sincretismo resultante de la mezcla de las tradiciones ancestrales africanas y la religión: 

Cuando del África llegué yo traje mis caracoles
Me trajeron lo’ españoles en un barco Carabela
Regalaron a mi hijito pa’ que luego fuera esclavo
y el amo se enriqueciera…
El amo no quiere que toque el tambor,
mi tambor pa Yemaya, pa Obatalá…

Después de llegar esclavizados a América, los africanos fueron la piedra angular de la economía en las haciendas caribeñas. La brutalidad de las plantaciones  reducía a hombres al nivel de “bestias de carga”. De allí, la marca del hierro candente en la piel de los esclavos. Ismael Rivera lo cantó en “Carimbo”

Pobre negro Carimbo.
El negro Carimbo marcado fue
con un hierro candente, si señor
allá en los tiempos de la esclavitud
el negro Carimbo marcado fue.
Cuando su cuerpo lacerado fue
Carimbo gritaba así:
el blanco que hiere sin piedad
no tiene sentimiento ni valor
la ira de mi dios les caerá
y más nunca tendrá la salvación.

No podemos dejar atrás tal vez uno de los máximos exponentes del tema del esclavismo colonial en su canción “La rebelión”, nuestro gran Joe Arroyo:

En los años mil seiscientos
cuando el tirano mandó
las calles de Cartagena
aquella historia vivió.
Cuando aquí llegaban esos negreros,
africanos en cadenas besaban mi tierra
Esclavitud perpetua”

La brutalidad y la dureza del trabajo esclavo dio origen a movimientos de rebelión y resistencia, y aparece el “cimarronaje”, que no es más que la huída de los esclavos de la plantación en calidad de fugitivos, para establecer territorios libres en donde desarrollaron su identidad cultural y política sin ninguna influencia del yugo español, uno de los principales asentamientos cimarrones está en san Basilio de Palenque, (Caribe colombiano), en donde aún se conservan las tradiciones, las costumbres y la lengua de aquellos hombres libertos. Rubén Blades nos habla de ello en su canción “cimarrón”

Caminante apura el paso cuando cruces con tus mulas por el caminito real
No te olvides que Baíano, junto con Antón Mandinga
por el monte alzaos están
El negro le dijo ¡basta! al yugo español
y en el monte sonó el grito rebelde del cimarrón
Caminante apura el paso por ese camino real
que Antón Mandinga y Baíano ya no son esclavos más.

Con la abolición de la esclavitud se terminó formalmente la cosificación del africano como propiedad.  Sin embargo, los rezagos del esclavismo, del abuso, de la exclusión y la negación de los descendientes de aquellos que fueron esclavizados continua hoy día. La brutalización de las poblaciones afros en toda América sigue dándose bajo fenómenos de racismo soterrado y de legitimación social, por medio de prácticas culturales clasistas, racistas, arribistas y excluyentes. Y es la salsa una recopilación del ser y el sentir popular que hace que la historia recorra una región de pueblos hermanos y que por medio del baile y la fiesta, estas historias no se pierdan ni se olviden de nuestro sustrato histórico y de quienes somos: los descendientes de aquellos negros, indígenas y españoles que se mezclaron y son la sangre que recorre nuestras venas. 

Como lo expresa Edwin Perez y la orquesta SCC en su canción “No puedo respirar”

¿Porqué me pega oficial, porqué se ensaña conmigo?
¿Porqué descarga usted en mi, su frustración y maldad?
Si  yo no he hecho nada
Yo también tengo derechos, no soy ningún criminal
Soy un hombre de trabajo y de familia, yo no soy un animal
Dios no se queda con nada ni con nadie y seguro ha de pasar
Que mañana un hijo suyo o a un hermano, otro se lo trate igual.
Sé que hay oficiales buenos y que son la mayoría
Y que sin placa y pistola, y de hombre a hombre otro gallo cantaría
No ensucie el uniforme pa´esconder su cobardía
La sangre de un inocente que hoy derrama es maldición pa´su vida

La narrativa de una historia que sucedió en estados Unidos y en Colombia. Dos hombres muertos por la brutalidad y el abuso, y la salsa, la música, siempre presente recordándonos nuestro pasado y nuestro presente para que jamás lo olvidemos.

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